Cómo la llegada de la electricidad cambió la arquitectura y el diseño de las ciudades
Los fenómenos eléctricos han sido estudiados desde la antigüedad, pero no fue hasta finales del siglo XIX cuando se logró el verdadero aprovechamiento de este tipo de energía. Sin duda, todo el mundo conoce los nombres de Thomas Edison y Nikola Tesla que, con sus revolucionarios experimentos lograron la iluminación eléctrica y el sistema de corriente alterna; sin ellos, no existiría el uso de la electricidad que conocemos hoy en día.
Gracias a estos avances, fue posible desarrollar por primera vez la distribución eficiente de electricidad a ciertas distancias. Por su parte, la comercialización de la electricidad comenzó poco después, en las últimas décadas del siglo XIX. La primera central hidroeléctrica de la historia empezó a funcionar en Northumberland, Inglaterra, en 1880. Al año siguiente Siemens construyó la primera central pública al suroeste de Londres, que producía la energía necesaria para el alumbrado de las calles y varios edificios. En Estados Unidos, Tesla alumbró los edificios de las Cataratas del Niágara con una central hidroeléctrica que aprovechaba el salto del agua; y en 1882, Thomas Edison inauguró la primera central eléctrica en Nueva York, la Pearl Street Station, que suministraba electricidad a un pequeño grupo de clientes.
En paralelo, las grandes ciudades de Europa, como eran Londres y Berlín, también empezaron a desarrollar infraestructuras eléctricas. Con el paso del tiempo, la producción y distribución de electricidad se expandió rápidamente, transformando la vida cotidiana. La iluminación eléctrica reemplazó a las lámparas de gas y aceite, facilitando la vida nocturna y la seguridad en las calles. Además, el desarrollo de electrodomésticos como la nevera, la lavadora y el teléfono revolucionó la vida en los hogares, haciendo que las ciudades se adaptaran a nuevas necesidades y comodidades.
El impacto de la electricidad en las ciudades
La expansión de la electricidad tuvo un rápido impacto en todos los aspectos de la vida cotidiana, incluyendo en la arquitectura y el diseño de las ciudades. Para empezar, la electrificación permitió la expansión del transporte público, con tranvías y metros eléctricos que facilitaron el crecimiento de las ciudades y la movilidad de sus habitantes. Además, la llegada de la iluminación pública no solo mejoró la seguridad, sino que también permitió la proliferación de espacios urbanos pensados para la vida nocturna, como teatros, restaurantes y bulevares iluminados.
Metros y tranvías
El desarrollo de los tranvías y metros transformó radicalmente la relación de las personas con el espacio urbano. Poco a poco, recorrer largas distancias se convirtió en algo sencillo y al alcance de todo el mundo. En el caso de España, aunque ya había tranvías a vapor o tirados por animales, el primer caso de tranvía eléctrico se inauguró en el año 1896 en Bilbao, para transportar a los pasajeros hasta Santurce.
El metro tardaría aún unos años más. Aunque en Europa ya estaba presente en muchas ciudades, a España llegó en el 1919, con la inauguración de la primera línea en Madrid, la línea 1, que conectaba la Puerta del Sol con Cuatro Caminos. Solo el primer año, fue utilizada por 14 millones de usuarios. Le siguió en 1924 la línea Lesseps-Plaza Cataluña, impulsada por la Compañía del Gran Metro de Barcelona.
Ascensores eléctricos
La llegada del ascensor a las ciudades revolucionó la relación con los edificios. Las plantas altas, tradicionalmente rechazadas, perdieron sus inconvenientes e, incluso, se hicieron más atractivas. Fue Elisha Otis, quien luego fundó la famosa marca de ascensores, el primero en desarrollar la semilla de lo que serían los ascensores, en 1852. Se piensa que el primer edificio con ascensor para personas fue el Equitable Life Building, en 1870 en Nueva York.
El primer ascensor eléctrico lo desarrolló Werner von Siemenes en 1880 en Alemania, y rápidamente se extendió por Europa. En el caso de España, se sabe que hacia 1893, su implantación estaba extendida por el madrileño barrio de Salamanca.
Sin duda, con el avance de la tecnología eléctrica, el diseño urbano ha seguido evolucionando. Hoy en día, la electricidad sigue siendo un pilar fundamental en la planificación de las ciudades inteligentes, donde sensores y redes eléctricas eficientes permiten una gestión óptima del tráfico, el alumbrado y los servicios urbanos. La sostenibilidad también ha ganado protagonismo, con el desarrollo de edificios autosuficientes energéticamente y la incorporación de energías renovables en la infraestructura urbana.