Tesla y Edison, de colegas a contrincantes
La carrera de Nikola Tesla en Estados Unidos empezó de la mano de Thomas Alva Edison en la compañía ‘Edison Machine Works’. Empezó trabajando como un simple ingeniero eléctrico y rápidamente demostró ser capaz de resolver algunos de los problemas más difíciles de la compañía. Incluso brindó a Edison varias patentes que éste acabó registrando como propias.
A solo un año de su llegada, resolvió el primer gran reto que Edison le propuso: rediseñar sus generadores de corriente continua. Edison le prometió entonces 50.000 dólares si lo conseguía, así como un aumento de sueldo. Llevado a cabo con éxito el reto, cuando Tesla reclamó la compensación prometida, Edison se negó a entregársela alegando que se trataba de una broma. Según recogen los libros, sus palabras textuales fueron: “Tesla, usted no comprende nuestro humor estadounidense”.
Tesla siguió trabajando un tiempo más para Edison, mientras continuaba investigando por su cuenta la corriente alterna, hasta que finalmente abandonó la compañía y vendió sus patentes a la competencia.
Corriente Continua vs. Corriente Alterna
La competencia llevaba el nombre del rico empresario George Westinghouse. Ya tenía una pequeña red eléctrica en Massachussets que funcionaba con Corriente Alterna, pero le faltaba la clave para distribuir electricidad a gran escala. Tesla, con su invento del motor de inducción, tenía la solución.
La demanda de electricidad se había disparado desde 1880. El sistema de Corriente Continua de Edison era poco adecuado para darle respuesta, especialmente en cuanto al transporte, ya que resultaba muy cara de transportar y sufría grandes pérdidas de energía en forma de calor. A pesar de su reducido tamaño (llegó a alimentar a 59 clientes en Manhattan), su sistema de distribución eléctrica fue el primero en el mundo.
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La Guerra de las Corrientes, el espectáculo
La Guerra de las Corrientes fue la competencia de dos sistemas que lucharon en 1880 para hacerse con el entonces incipiente, si bien muy prometedor, mercado de la generación y distribución de energía eléctrica.
El enfrentamiento acabó derivando en espectáculo mediático cuando Edison encargó a uno de sus empleados, Harold Brown, que diseñara una silla eléctrica de Corriente Alterna. Con ella, y en público, electrocutó perros, gatos e incluso un elefante. El mensaje era claro: la Corriente Alterna es altamente peligrosa.
Ante semejante provocación, Nikola Tesla no quiso quedarse atrás. En público, también, se expuso a una Corriente Alterna de dos millones de voltios que atravesó todo su cuerpo sin causarle ningún daño. Se dice que se electrificaba hasta crear a su alrededor una “aureola” de electricidad y llegaba a conseguir echar chispas al chasquear los dedos. Ante la evidencia, parecía que el espectáculo estaba ganado para la corriente alterna, pero… ¿quién ganaría la Guerra de las Corrientes?
La victoria de la Corriente Alterna
El fin de la batalla acabó llegando en 1893, en la Feria Internacional de Chicago. Se presentaron a concurso para iluminarla tanto la compañía de Edison como la de Westinghouse. El jurado falló a favor de Westinghouse ya que, entre otras cosas, el prespuesto requerido era más bajo. Durante la Feria, Tesla tuvo la oportunidad de exhibir sus generadores y motores de corriente alterna.
La victoria acabó siendo definitiva cuando ese mismo año se otorgó a Westinghouse el contrato para aprovechar el potencial hidroeléctrico de las cataratas del Niágara. El reto era alto: conseguir alimentar la demanda de la creciente industria de Búfalo. Fue la mayor construcción eléctrica construida hasta la fecha y logró su cometido utilizando la generación en Corriente Alterna y dando por finalizada, con ello, la Guerra de las Corrientes.